Análisis del poema "Ciudad sin sueño"
18.11.2011 14:47
En un “cielo” que habla metafóricamente de los rascacielos neoyorquinos iluminados de noche no hay lugar para el descanso o, lo que es lo mismo: es imposible conseguir la paz o la regeneración, ya que es una urbe eternamente despierta. Las iguanas y los cocodrilos amenazan, de alguna forma, a quienes no duermen o huyen “con el corazón roto” (como el propio poeta).
El yo poético advierte de un día de un posible Juicio Final que ya había anunciado anteriormente (“Un día (…) veremos la resurrección de las mariposas disecadas”) y habla de todo aquello que la ciudad ha aniquilado (la naturaleza, los valores morales, la inocencia) que “espera” el fin de la alienación.
“Ciudad sin sueño” (en Poeta en Nueva York) es un poema sobre la noche.
En un primer nivel de significado la pieza es, tal y como su subtítulo indica, un nocturno (pieza musical de tono melancólico), pero esta no es la única “noche” que el poeta abarca. García Lorca expone –a la vez que denuncia– el ocaso de la sociedad norteamericana, que ha fracasado en tantos sentidos: el horror, el caos y el absurdo se han instalado en una población sumida en la noche perpetua. La ciudad era un “símbolo patético” del sufrimiento y de la imposibilidad del amor y el olvido para el poeta.
El poema se hace eco de los dos ejes temáticos fundamentales de Poeta en Nueva York: la experiencia de Lorca respecto al mundo (percibe la deshumanización global e innumerables injusticias) y la propia introspección del autor (que se debate entre el amor, el instinto y el deseo).
Análisis verso a verso
(Se profundiza en las partes destacadas)
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Figuras retóricas
(En negrita)
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(Primera parte)
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No duerme nadie por el cielo. Nadie, nadie.
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Metáfora
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No duerme nadie.
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Anáfora
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Las criaturas de la luna huelen y rondan sus cabañas.
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Vendrán las iguanas vivas a morder a los hombres que no sueñan
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Hipérbaton
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y el que huye con el corazón roto encontrará por las esquinas
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al increíble cocodrilo quieto bajo la tierna protesta de los astros.
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Encabalgamiento
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No duerme nadie por el mundo. Nadie, nadie.
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Paralelismo sintáctico
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No duerme nadie.
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Anáfora
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Hay un muerto en el cementerio más lejano
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Metonimia
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que se queja tres años
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porque tiene un paisaje seco en la rodilla;
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y el niño que enterraron esta mañana lloraba tanto
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que hubo necesidad de llamar a los perros para que callase.
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Encabalgamiento
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En esta ciudad (en este “mundo”) ni tan sólo los muertos descansan, sino que continúan sufriendo, ya que no se vuelve a nacer en una vida nueva. Hasta un niño ya muerto es capaz de llorar, y al yo poético no se le ocurre mejor solución que una cruel insinuación a “llamar a los perros”.
No es sueño la vida. ¡Alerta! ¡Alerta! ¡Alerta!
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Exclamación retórica
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Nos caemos por las escaleras para comer la tierra húmeda
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Metáfora
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o subimos al filo de la nieve con el coro de las dalias muertas.
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Pero no hay olvido, ni sueño:
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carne viva. Los besos atan las bocas
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Encabalgamiento
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en una maraña de venas recientes
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Metáfora
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y al que le duele su dolor le dolerá sin descanso
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y al que teme la muerte la llevará sobre sus hombros.
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Paralelismo sintáctico
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Lorca desmiente inicialmente la sentencia de Calderón en La vida es sueño: para el poeta, “no es sueño la vida”, sino un estado de permanente vigilia que le causa una gran ansiedad, más parecida a una pesadilla constante.
Para el poeta, el color blanco de la nieve es símbolo de pureza, pero nada más empezar la vida (o “subir al filo de la nieve”) ya se demuestra la fugacidad de ésta (ya que nos acompaña “el coro de las dalias muertas”): no hay deseo ni es posible el olvido. El ser humano es “carne viva”, según la interpretación de Aleixandre estremecida por la entrega amorosa, pero también por el temor a la muerte y al dolor.
(Segunda parte)
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Un día
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los caballos vivirán en las tabernas
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Metáfora
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y las hormigas furiosas
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Personificación
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atacarán los cielos amarillos que se refugian en los ojos de las vacas.
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Metáfora
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Otro día
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Paralelismo sintáctico
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veremos la resurrección de las mariposas disecadas
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y aún andando por un paisaje de esponjas grises y barcos mudos
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Personificación
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veremos brillar nuestro anillo y manar rosas de nuestra lengua.
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Polisíndeton
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En los versos anteriores, el poeta propone la visión de un mundo muy distinto al que le rodea a través de numerosas imágenes típicamente surrealistas. Los caballos son frecuentemente en la obra de Lorca símbolo sexual y de la pasión arrebatadora: el hecho de encontrarlos en una taberna hace de ella un lugar para la libertad y el deseo. En este “día” hipotético, muchos seres se darán cuenta de su condición real (las “hormigas furiosas” incluso abrirán los ojos a las vacas) y, a pesar del entorno “gris” y “mudo”, será posible la emoción genuina: cabe la esperanza en el futuro.
¡Alerta! ¡Alerta! ¡Alerta!
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Exclamación retórica
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A los que guardan todavía huellas de zarpa y aguacero,
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Vocativo
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a aquel muchacho que llora porque no sabe la invención del puente
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o a aquel muerto que ya no tiene más que la cabeza y un zapato,
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hay que llevarlos al muro donde iguanas y sierpes esperan,
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donde espera la dentadura del oso,
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Personificación
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donde espera la mano momificada del niño
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Metonimia
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y la piel del camello se eriza con un violento escalofrío azul.
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Sinestesia
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No duerme nadie por el cielo. Nadie, nadie.
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Hipérbole
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No duerme nadie.
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Anáfora
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Pero si alguien cierra los ojos,
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¡azotadlo, hijos míos, azotadlo!
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Vocativo
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Haya un panorama de ojos abiertos
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Elipsis + Metonimia
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y amargas llagas encendidas.
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(Tercera parte)
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No duerme nadie por el mundo. Nadie, nadie.
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Anáfora
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Ya lo he dicho.
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No duerme nadie.
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Pero si alguien tiene por la noche exceso de musgo en las sienes,
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abrid los escotillones para que vea bajo la luna
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Vocativo
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las copas falsas, el veneno y la calavera de los teatros.
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Epifonema
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La última estrofa de “Ciudad sin sueño” es absolutamente desmoralizante: después de pedir que todos los ojos estén “abiertos” al mundo y haber hablado de la posible resurrección de todo aquello que ha muerto, Lorca nos descubre la realidad desnuda que se puede encontrar “bajo la luna”, que siempre tiene un influjo misterioso.
El mundo no es más que un lugar lleno de falsedad y “veneno”, y la vida y la muerte, en Nueva York o en cualquier sitio, no son más que un teatro.